¿Hablar de sexo con tu hijo adolescente? Hasta hace poco, los progenitores tenían más posibilidades de ser los primeros en conversar sobre estos temas con sus hijos de forma progresiva, de acuerdo con la edad y las necesidades del niño.
Ahora todo es muy diferente. Una encuesta realizada a adolescentes en España, reveló que el 47,8% de ellos satisfizo todas sus inquietudes en Internet.
El 45,5% lo hizo a través de sus amigos y solo el 23% recurrió a su padre y el 28% a su madre.
6 Consejos que te ayudarán a hablar de sexo con tu hijo adolescente.
El mundo de hoy está tan saturado de imágenes, lenguaje e insinuaciones de contenido sexual, que los hijos/as se ven expuestos a una edad cada vez más temprana.
Se enfrentan a una avalancha de mensajes e información que les resulta difícil de comprender debido a que carecen de la madurez y la orientación necesaria.
La malformación de la pornografía ha afectado el criterio que pueden formarse los adolescentes.
Así que para ayudarlos a digerir las acciones, los sentimientos y los valores que están envueltos dentro de una vida sexual responsable, sana y activa, es vital que los padres sigan estos prácticos 6 consejos.
Ganarse la confianza ¿Cuándo?.
Muchos padres esperan hasta la adolescencia para conversar sobre estos temas y esperan que sus hijos les sean francos, cuando en realidad la confianza se siembra desde la infancia.
Si un hijo sabe que puede expresar sus ideas y curiosidades a sus padres sin recibir a cambio un sermón o una censura, entonces podrán conversar con libertad.
Cuando comienzan a desarrollarse sexualmente, los cambios hormonales y psicológicos que experimentan los adolescentes, les hacen cuestionar hasta su orientación sexual.
Por eso, es vital que los progenitores propicien charlas espontáneas, así como ayudarles a fortalecer su estima propia.
La vergüenza de hablar sobre sexo: La sienten ambos.
Aunque le resulte incómodo hablar de sexo con sus hijos, es deber de los padres hacerlo. Tal vez a los hijos/as también les de pena.
Por eso, más que tener solo una conversación larga, han de aprovechar diferentes momentos para sacar el tema, quizás mientras viajan en el automóvil o realizan alguna tarea en el hogar y decir la verdad.
Eviten las medias verdades.
No esperar a que ellos pregunten.
Durante la adolescencia, los hijo/as se vuelven más callados. Debido a ello, tome la iniciativa pues, aunque les sorprenda, los progenitores influencian más en los jóvenes que sus propios amigos.
Han de recordar que la hipersexualidad que los bombardea a diario, despierta en ellos el deseo sexual mucho antes de lo esperado y los deseos tienen mucha fuerza.
En un hogar donde fluye la comunicación franca, los hijos son más responsables de sus acciones, toman decisiones más sabias y postergan conductas arriesgadas.
Enséñele que hay valores en la sexualidad.
Existe una diferencia entre saber el funcionamiento de un automóvil y ser un responsable al conducir. Por eso, no es lo mismo saber lo que es el sexo que usar ese conocimiento para tomar buenas decisiones. Los padres han de inculcar valores en sus hijos para que estos les ayuden a elegir.
Si desde niños, les enseñan a ser personas íntegras, honradas y respetuosas, tendrán una buena base para hablar sobre este tema.
Así mismo, los padres ayudan a forjar relaciones más estables al compartir sus convicciones personales. Ésto mejorará la autoestima del joven y sabrá más de sí mismo y qué esperar de una relación amorosa.
Los sentimientos importan.
Eviten solo conversar sobre anticonceptivos y prevención de embarazos. Las emociones, como los celos y el cariño, también son muy importantes.
La comunicación, conocer a la otra persona, sembrar respeto y confianza, la empatía, la comprensión y el consentimiento son pilares fundamentales sobre las que se basa una relación erótica.
Sea Positivo: el sexo va más allá del coito.
Es importante que los padres conversen con sus hijos sobre los besos, las caricias, el período menstrual, el coito… Todos estos temas generan curiosidad e interés.
Es por ello, que muchos adolescentes sólo las practican para conocerse o conocer al otro, no necesariamente para establecer una relación amorosa permanente.